Cualquier momento es bueno para trabajar las emociones. Hoy, en la clase de 4 años, Desirée ha comenzado a llorar y se ha puesto muy triste porque no conseguía hacer bien la tarea. Rápidamente, su tutora Emilia ha aprovechado para contar el cuento "La tortuga y el caracol", y cambiar esas lágrimas por una sonrisa.
Todos los niños han escuchado el cuento muy atentos.
Emilia les cuenta cómo la tortuga Bernarda también estaba muy triste y, a pesar de que sus amigas venían a visitarla, ella seguía llorando. Un día, se fue al campo a reflexionar, se sentó en una piedra y comenzó a hablar sola. Ella estaba muy triste porque quería ser deportista y, como tenía una concha tan pesada, no podía hacer deporte.
Y, estos fueron los resultados:
Emilia les cuenta cómo la tortuga Bernarda también estaba muy triste y, a pesar de que sus amigas venían a visitarla, ella seguía llorando. Un día, se fue al campo a reflexionar, se sentó en una piedra y comenzó a hablar sola. Ella estaba muy triste porque quería ser deportista y, como tenía una concha tan pesada, no podía hacer deporte.
De pronto, oyó una voz. Era un caracol que la estaba escuchando.Éste le decía que no se quejara tanto, que se fijara en él que llevaba su casa a cuestas y no decía nada. Le dijo que lo que tenía que hacer era practicar y ejercitarse para conseguir lo que quería.
La tortuga Bernarda habló con sus amigas y las convenció para que practicaran deporte todos los días.
Después del cuento, todos los niños hicieron una ficha donde tenían que pintar dentro de una cara los rasgos de la felicidad y de la tristeza.
Y, estos fueron los resultados:
Emilia le explicó a Desirée que no debía preocuparse porque no le salieran las cosas, porque practicando y practicando, igual que hizo la tortuga Bernarda, llegaría a conseguirlas. Efectivamente, al final de la mañana, Desirée consiguió realizar la tarea que al principio no le salía.
Este cuento está sacado de la revista "Maestra de Infantil", de una colección dedicada a las emociones.
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